Emprender en España es de valientes (o de locos)
Pongamos las cartas sobre la mesa: montar una empresa en España no es un camino de rosas. Y no es solo por la competencia, el mercado o la falta de ideas. Es el propio sistema el que muchas veces te trata como si fueras el enemigo.
¿Qué hace tan difícil emprender aquí?
- Presión fiscal absurda: Autónomos que pagan antes de facturar, impuestos sobre pérdidas, y una cuota fija incluso si no ingresas nada.
- Burocracia lenta y confusa: Montar una SL puede tardar semanas. Cerrar una, meses.
- Estigmatización del fracaso: Si cierras un negocio, eres un fracasado. No un aprendiz.
- Ayudas que no ayudan: Las subvenciones están mal comunicadas, son lentas y burocráticamente imposibles de gestionar para el común de los mortales.
¿Entonces por qué seguimos?
Porque, pese a todo, el talento en España abunda. Hay creatividad, hay hambre, hay innovación. Pero el sistema empuja hacia el funcionariado, no hacia la creación de riqueza.
Por eso, cada emprendedor en España es, en el fondo, un acto de rebeldía. De resistencia. De fe.
“Si montas una empresa en España y te va bien, deberías salir en los créditos finales de una película de superhéroes.”